- Manuela, estoy urgido de un último milagro: ven y muérete conmigo, ven y entiérrate desnuda para calentar mis huesos y para que mi alma pueda creer en Dios y redimirse.
- En todos mis actos, en los infames y en los sublimes, si es que los hay en mi errática existencia, he puesto toda la sinceridad que me era dado sentir. Me desgarré oyendo y tratando de cumplir los dictados de mi conciencia.
-Ser eterno es haber sido, Manuela.
- Ven, Manuela, que es la una y siete minutos de la tarde y yo acabo de morir y estoy amando.
Victor Paz Otero. La Agonía Erótica de Bolivar, el Amor y la Muerte.
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