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Wednesday, July 28, 2010

Wednesday, July 21, 2010

Cuando sea grande quiero ser uruguayo!

El primer dolor en el alma futbolera de este humilde seguidor del América de Cali, se lo propinó un Charrua de apellido Aguirre. Esa tarde Diego Vicente (que jugaba con el número 9 para el mismísimo Peñarol de Montevideo) cruzó un balón al lado izquierdo del arco defendido por Julio Cesar Falcioni (que era el mejor arquero del universo, según mis “registros” de historia y estadística, a mis 9 años), quien se quedó en la mitad de la carrera para atajar el disparo, que finalmente sepultó un grito que he tenido contenido, hoy ya hace 31 años.

Nunca me olvido del 31 de octubre de 1987. La final de la Copa Libertadores de América (nuestra nunca bien ponderada Copa de Campeones) se jugaba con un extrañisimo sistema. América había ganado 2 a 0 en Cali y Peñarol había hecho lo propio en el Centenario, ganando por 2 goles a 1. Así las cosas, la Conmebol definió una plaza neutral para jugar un partido de desempate, que finalmente se realizó (en la bendita fecha) en el estadio Nacional de Santiago.

Luego de 119 minutos el partido estaba en ceros y la pelota quedaba en las manos de Falcioni. El partido estaba prácticamente terminado (los suplentes metían pelotas en el terreno y contaban los segundos). Con el pito del árbitro, América ... que digo América, Colombia por primera vez sería campeón de la Copa de Clubes más importante del mundo (que nadie se engañe ... para un equipo suramericano no hay gloria tal como la Libertadores ... no hay Copa Intercontinental, ni Mundial de Clubes que se compare). Segundos después el locutor de radio narró (porque para colmo de males no pude ver el partido) como el balón regresaba a la portería, pero esta vez para quedarse en las redes. Un gol increíble a 15 segundos de la gloria para el equipo del médico Gabriel Ochoa Uribe (hoy todavía veo el gol y creo que esta vez Julio Cesar si va a poder atajar el remate ... pero no).

Ese día...

Ese día el fútbol me rompió, en serio, el corazón por primera vez (van dos hasta la fecha ... pero como dice Steve Jobs en su famosa conferencia de Stanford... I was still in love). Y eso es mucho decir teniendo en cuenta que ya tenía experiencia y veníamos, los hinchas americanos, de dos finales de Copa Libertadores perdidas ante Argentinos Juniors (para los que no lo ubican este es el equipo donde debuto en primera el Diego de los argentinos) y River Plate (en años consecutivos).

Ese día odie a los uruguayos hasta quedar dormido en esa rara melancolía de lo que pudo ser, no fue y no ha sido!. Ese día quise que esa mística de equipo grande y con historia, no hubiese pesado y que esa energía invisible que inunda la cancha cuando un histórico como el aurinegro pisa la grama ... se desvaneciera. Ese día quise que mi América de Cali tuviera esa memoria futbolística de grandes hazañas, de épicas remontadas, de increíbles goles marcados con el último aliento. Ese día quise que mi equipo no fuera de Cali sí no de Buenos Aires, Río, Montevideo o Sao Paulo. Ese día también aprendí que tan sólo se les gana a los uruguayos cuando el árbitro ha pitado y todos los celestes están en el avión. Para mi infortunio los uruguayos han tenido dos o tres oportunidades más para reforzar el aprendizaje.

Lecciones...

Está lección (simple hasta para un niño de 9 años) que es ampliamente conocida por gestas heroicas como la de 1950, fue el centro de la cátedra uruguaya en Sudáfrica 2010. Lección que podrán contar con detalle grandes equipos de fútbol como México, Holanda, Alemania, Ghana, etc. Y que mejor ejemplo que ese partido mágico contra Ghana!. Cuando tenga un hijo le voy a contar que un día Uruguay supo ganar (cuando lo tenía todo perdido) un partido que con tesón y valentía por parte de los dos equipos, pagó con creces la ausencia de fútbol de muchos de los equipos llamados a alegrar está copa. Le voy a contar que se jugaban el ser uno de los mejores 4 del mundo, que su mamá estaba a mi lado, que yo lo vi y que hice tanta fuerza como si fuera la tricolor.

Dónde está la lección? Creo que Uruguay, muy consciente de sus fortalezas y debilidades (conocedor como pocos de sus recursos) entiende que no se trata de que tan bien juegues al fútbol (claro, se debe jugar razonablemente bien para llegar a cuartos de final de una Copa mundial ... no pretendo justificar a Grecia en la Eurocopa de 2004).

Cuando ya has dado todo el fútbol que tienes, se trata del coraje, del amor propio, del amor por la celeste, de romperse el alma, de morir con las botas puestas (dios … que mensaje para un país). Se trata de jugar para ganarse el derecho de salir con la frente en alto y poder mirar como ganadores (así no lo sean) a sus rivales (sin complejos) y a sus seguidores. Nota Mental: Ahora entiendo a Tabares cuando dice que viene de un país con cultura futbolística y que son pocos ... 4.

4 Estrellas...

Aunque nunca he sido un grandísimo admirador del juego de Uruguay (hay que entender que no soy el más objetivo y que he sido más cercano de los conceptos e ideas de juego de los argentinos), reconozco su coraje, su técnica y que muchos de los mejores jugadores que he visto en esta parte del mundo han defendido esa camiseta celeste; el Principe Francescoli, el Policía Alzamendi, el Polilla Dasilva, Rubén Paz y el Cachavacha Forlan (dejo constancia y paso cuenta de cobro porque he sido un defensor a ultranza del colchonero desde su época en Avellaneda).

También me doy cuenta que en los últimos 30 días, Uruguay nos regalo una muestra de lo que hace que el escudo de la celeste lo coronen 4 estrellas (algún tipo de memoria genética que pasa a través de la camiseta, se graba en la piel e infunde coraje y decisión). Señores y señoras, que a nadie se le olvide que los de Montevideo son y serán siempre campeones del mundo.